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Foto del escritorGabriela Solis

Survivor



Chuck Palahniuk tiene mi eterna admiración por haber escrito algo tan chingón como Fight Club. Su forma de narrar es heredera de esa tradición gringa donde la descripción es poca y la acción mucha: sus textos avanzan como un bulldozer en boca de personajes que tienen un lenguaje, ritmo y humor personalísimos. Todo esto, además, para hilar historias apocalípticas. Tiene las herramientas para que leerlo sea emocionante, pero esa posibilidad se viene abajo cuando su método se convierte en una fórmula. Survivor es la novela inmediata después de Fight Club: la anécdota va de cómo el sobreviviente de un culto religioso donde criaban niños para que fueran la servidumbre perfecta de los ricos se convierte en un gurú espiritual y ultra mediático. A lo largo del libro vemos cómo escapa de una esclavitud –la de las sectas– para sumirse en otra –la del capitalismo–. “The key to salvation is how much attention you get”, dice en algún momento el protagonista, Tender Branson (¿soy yo o incluso el nombre suena parecido a Tyler Durden?). Aunque Survivor tiene momentos realmente divertidos, su crítica es superficial –igual que Branson– y las similitudes con su hermana mayor son demasiadas como para hacer de este libro algo más que una novela de aeropuerto efectiva. No sé si Palahniuk se deshace eventualmente de su fórmula, pero aún me quedan ganas de explorar alguno de sus libros de cuentos.

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