El peor pecado de una novela es ser inofensiva. El segundo peor, arrogante. Si esta fuera una lectura ligera sin mayores pretensiones, no habría gran cosa que criticar: todos hemos disfrutado de alguna novela intrascendente para entretener horas aburridas o esperas inevitables. Pero me da la impresión de que este texto quiere ser otra cosa: tiene aspectos metaficcionales (una carta que menciona otra carta cuyo contenido desencadena la acción dramática, la novela dentro de la novela que comienza hacia el final del libro), fotos y recortes “reales” que ilustran el viaje en barco que ocurre y un tufillo a arte contemporáneo. Esto último es lo más problemático para mí: el libro en sí desarrolla una historia simple –un padre que va a buscar a su hijo moribundo de cuya existencia recién se enteró y un bufón que se le une en el camino–. Pero los personajes son caricaturescos y francamente aburridos, lo que me hace dudar si contar una historia era realmente el objetivo de la autora. Esta sospecha se confirma cuando, al final, encontramos la lista de agradecimientos: decenas de autores, pintores, músicos cuya obra de alguna manera contribuyó a la novela. Y ese es el (odioso) aspecto que la asemeja con el arte contemporáneo, el hacer indispensable el conocimiento de otros discursos para comprender la obra. Antes de que los fans del MUAC enloquezcan, matizo: es evidente que el saber de textos, datos y personajes que influencian una obra la enriquecen, pero la obra debería ser capaz de sostenerse por sí misma. Ese es el pretexto del que se vale muchas veces el arte contemporáneo: “no es que sea una mala obra, es que no la entiendes”. Los referentes deberían enriquecer, no definir la apreciación. Entonces, una investiga y se entera que existió un pintor llamado Opalka –que puede ser o no el padre protagonista, dado que comparten apellido y nacionalidad– que hacía experimentos pictóricos; que hubo un poeta modernista brasileño llamado Bopp –que puede ser o no el bufón del libro porque tienen el mismo apellido– y más detalles que para este momento no importan porque lo relevante es que por fin puedes devolver a la repisa un libro olvidable.
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