top of page
Foto del escritorGabriela Solis

Consider the Lobster

Las notas al pie de David Foster Wallace tienen notas al pie. Esto no es una broma: no solo hay dos o tres notas al pie en cada página, sino que a veces esas notas tienen un asterisco que te lleva a otra observación. Es, claramente, una nece(si)dad patológica de decirlo todo. Pero, ¿no es esa la ambición del escritor? Yo creo que sí, pero también creo que la economía de palabras es la herramienta formal que convierte la incontinencia verbal en literatura.


DFW es brillante, sin duda alguna. Su mirada es capaz de percibir muchísimas aristas sobre un tema y encima ligarlas con referentes de su enorme acervo cultural. Entonces, ¿por qué puede resultar un autor enfadoso? Porque su inteligencia es la de un adolescente nervioso e inseguro que quiere hacer patente su brillantez, que piensa que si se deja una nota –por más pequeña que sea– en el tintero, el lector no se dará cuenta de lo talentoso que es el autor. Eso vuelve cansada la lectura en 2 niveles: uno, lo desvela todo. No hay espacio para que el lector imagine o reflexione porque DFW ya llegó primero a todas las meditaciones posibles y te las pone enfrente por si se te fuera a escapar alguna. Dos, los ensayos se convierten en una carambola interminable: un tema ata a otro, a otro, y a otro, pero hay que volver a la idea principal que ya quedó muy lejos y que además dejó a su paso un montón de notas al pie que son micro ensayos truncos.





Hay un ensayo sobre una premiación que es como los Oscar, pero para pornografía: pudo haber sido divertidísimo e interesante si no hubiera sido TAN cansado de leer. Me salté uno de 90 páginas sobre la candidatura de McCain (porque, ¿a quién le importa, honestamente?), y disfruté el ensayo que da título al libro, donde a DFW lo invitan a un festival de la langosta muy mamón y él se enfoca en reflexionar sobre si las langostas sienten o no dolor, dado que la forma de cocinarlas es hervirlas vivas. Sin embargo, los mejores ensayos son los más breves (¡cómo ayuda no ser el kraken, sino la punta del iceberg!): una reflexión sobre el humor en Kafka y sobre la deprimentemente mala autobiografía de una tenista. Ambos tienen un par de citas maravillosas que son toda una tesis en sí mismas:


“This is the really central Kafka joke: that the horrific struggle to establish a human self results in a self whose humanity is inseparable from that horrific struggle. That our endless and impossible journey toward home is in fact our home”.


“It may well be that we spectators, who are not divinely gifted as athletes, are the only ones able truly to see, articulate, and animate the experience of the gift we are denied. And that those who receive and act out of the gift of athletic genius must, perforce, be blind and dumb about it – and not because blindness and dumbness are the price of the gift, but because they are its essence”.


Me descubrí fastidiada y compasiva al mismo tiempo: fastidiada como lectora, empática como escritora. Una no puede evitar sentir una compasión inmensa al imaginar la desesperación con la que DFW escribía: tenía que ponerlo todo en papel y, si no lo hacía, quién sabe qué miedos o presagios se harían reales. Foster Wallace se suicidó en 2008.

0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page